Esta original construcción, que algún día fue la ilusión de algún artista anónimo, no aguanto el peso de las excavadoras que el Sr. Fabra metió en el aeropuerto fantasma de Castelló. Ahora ya solo es un recuerdo tan fantasma como el cacique del que os hablo. |
Al amigo Fabra que también el Señor lo tenga en su gloria.
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